jueves, 18 de febrero de 2010

Etapa 15: Negreira - Olveiroa 33 km

06/06








Despierto en torno a las 6. Llueve mucho y decido quedarme un poco más en la cama. El joven Checo todavía duerme.
Dejo la habitación a las 7:30. El tipo me dice que aun no sabe lo que hará. Me dijo que tal vez se marcharía de autobús para Finisterre.
Tomo el desayuno y inicio a caminar a las 8. No es demasiado temprano, pero al menos no estaba lloviendo y me economiza un buen tiempo.



De repente cae una fuerte lluvia y por suerte me puedo abrigar en una fuente. Encuentro Alberto e Inés y una pareja australiana.
Espero que el agua deje de caer y después prosigo. Todo iba bien hasta que otra tormenta comienza a caer pesadamente.
La cosa se complica un poco, porque mis botas acaban completamente empapadas. Me parece extraño que con mi ritmo de marcha no encuentro ninguna persona que había visto en el albergue.
Ese personal tendría que haber salido a las 6 y no detenerse una sola vez. Y con la lluvia. Me parece muy extraño.
Encuentro de nuevo a los españoles y nos detuvimos en Santa Mariña y comemos juntos. Estábamos cansados y con dolor en el cuerpo, por supuesto después de caminar bajo aquella lluvia pesada merecíamos por lo menos un buen descanso. Nos quedamos cerca de una hora por allí.



La mujer del bar dice que muchos peregrinos habían ya pasado y que probablemente el albergue estaría lleno. Todavía quedaban 13 km. Decidimos llamar a una casa rural, porque sería demasiado arriesgado no tener un lugar decente para dormir después de tomar tanta agua. Tenía un lugar para mí en una habitación para 4 personas, el precio era razonable (15 euros) y acepté sin pensar mucho.
Reiniciamos la caminata y la lluvia continuaba, y esta vez no duró mucho, pero de todos modos nos bañó mucho. La cosa empieza a complicarse, porque todos estamos cansados.
Nos detuvimos por última vez, a 6 km del lugar de destino. Continuamos hasta Olveiroa, eran las 18:15...



La pensión no tiene mal aspecto, entro en el restaurante y todos ya están comiendo. Veo personas que estaban en el albergue de Negreira. Me pregunto a qué horas estas personas salieran y por qué no encontré a nadie en el camino. Me estoy relajando un poco ahora, me quedan sólo 34,5 kilómetros.
Voy a picar algo con Alberto. Hablamos mucho. Comí hasta oreja de cerdo! Me gusta España porque tiene unas comidas muy diferentes.
Estaba muy contento por haber caminado en compañía, e insistió en pagar la cuenta.
Volvemos al hostal y Inés bajó para despedirse de mí porque aún no sabían se seguirían a Finisterre.
Estoy muy contento de haber conocido a los dos, fue una compañía muy buena en una etapa muy dura.





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