martes, 9 de febrero de 2010

Etapa 10: Lugo - San Roman de Retorta 20 km

01/06








Aunque el albergue de Lugo estaba muy bien, dormía ma a causa de, probablemente, uno de los más grandes roncadores de la tierra!
Aun con el iPod y auriculares lo escuchaba... Tuve que cambiar la cama.
En la mañana, despierto con mal de garganta y sin voz. Espero de no coger un resfriado.
El día amaneció con niebla y así la ciudad tiene un aspecto interesante y entonces decidí caminar por Lugo para sacar unas fotos.



Ella me recuerda un poco Santiago. Tomo el desayuno en un bar muy bonito y luego me voy en busca de una farmacia a ver si resuelvo el problema de la garganta y la voz (acabo por comprar un remedio para faringitis). Aprovecho para hacer una parada en un pequeño supermercado y preparar el almuerzo del día.
Cruzo un puente romano, la temperatura es fría y pongo el forro para proteger la garganta.
El paisaje es hermoso, una subida se inicia. Al final de esta encuentro un camino pavimentado.
El sol fuerte y el monótono camino dan el tono de la jornada. Decido hacer el camino con calma y fue realmente salir de Lugo a las 9:15.
Llego a una fuente con bancos de madera, donde me siento y me relajo por unos 10 minutos. Poco después veo una indicación de un bar en San Vicente Del Burgo (llamado Searas).
Tomo un café con orujo y converso con un señor. Estoy una media hora y veo que el habla con cierta decepción del camino, porque esto estaba muy asfaltado. La señora en el bar me aconseja tomar un orujo, que sería bueno para mi garganta ...
Continuo y en un determinado encuentro una indicación de un lugar histórico llamado Santa Eulalia de Bóveda.



En mi guía indicaban 3 kms fuera de la ruta, y decido utilizar la tecnología para verificar. Con mi móvil me conecto a Internet y veo que en realidad son 2,3 kms y así decido aumentar de casi 5 kms mi itinerario.
El camino no era malo, pavimentado y llego a un pueblo pequeño, nada ni nadie, pero interesante. Al final, veo que el lugar histórico no es más que un pequeño templo (o casa) romano.
No hay nadie ahí, sólo un hombre que estaba reparando la pared de la entrada. Él me da unos folletos del lugar, diciendo que el edificio es romano. Sólo tiene un salón, con una piscina (o fuentes) en la entrada y algunos frescos. Saqué algunas fotos para variar empecé a hablar con el señor, que se llama Casimiro y está casado con una brasileña de Recife. Hemos hablado mucho sobre diversos temas, muy amable y amigable.
Le saco una foto de él, aceptó sin problemas y poco después me ofreció un aventón hasta el punto donde se retornaba al camino. Cómo 'buen peregrino' no acepto, pero muy amablemente, porque estaba bien y prefiero caminar.
Estoy contento con lo que se paso, porque es el concepto de camino que tengo en mi cabeza y me gusta tanto. El camino sigue monótono por asfalto. Me quedo para comer algo.
Llego a un bar cerca del destino del día y bebo un zumo de piña, que con el calor que hacia me e caído fantásticamente.
Al llegar a San Román veo la iglesia románica con un cementerio. Pregunte en el bar Jaime donde estaba el albergue, que en realidad estaba a unos 750 metros más abajo.
El lugar es especial, la casa es de piedra y se encuentra en medio de un bosque. En el albergue estaban los dos primos españoles e la pareja italiana. Estaban por allí otras peregrinas holandesas.
Ese día sube la triste noticia del accidente de avión de Air France que había salido de Brasil, con 228 personas. Le pido a Dios para protegerlos.
Hemos decidido hacer la cena para todos y comprar comida en el bar Jaime, que estaba en el pueblo. Comienzo a charlar con el dueño, que era gallego. El intenta hablar un poco portugués es siempre complicado, porque el gallego no es tanto parecido. Nosotros compramos el vino hecho por él, sin la química.
Preparamos la cena juntos y fue una pequeña fiesta, con los italianos a preparar una buena 'pasta'.
Fue una bonita confraternización, al final éramos un grupo pequeño: yo, Tommaso, Fabiana, Marcos y las dos holandesas. El primo de Marcos no se encontraba bien y terminó pasando la cena.



El vino ayudó un poco, bebemos poco más de un litro y parecía leve, pero...
Incluso volví al bar con Tommaso y Fabiana, para sellar la credencial y el café. Ahora no esaba el propietario, pero su esposa, que también fue muy agradable. Tomé un orujo de yerbas para dormir mejor, dejando un poco de la dieta, pero bien dicen que me lo merezco.


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