jueves, 18 de febrero de 2010

Etapa 16: Olveiroa - Finisterre 35 km (el final)

07/06








Estaba difícil dormir nuevamente. El ciclista que estaba en la habitación era otro roncador de primera clase.
Intenté con la música primero y entonces como no había otra manera tuve que poner los tapones de oído.
Me despierto a las 7, ya es tarde, pero paciencia. Preparo todo rápidamente y a las 7:30 salí para tomar café y coger las botas (que se estaban secando) para irme. Todos se habían ido.
Sólo encuentro una pareja belga. Por fin me voy a las 8. No estaba lloviendo y comienzo con una buena velocidad. En el primer bar veo a una alemana que también había empezado en lo mismo horario. Ella parece agradable, puede ser una compañía, tengo que admitir que yo necesitaba de una.
Ella sigue al frente, pero la ultrapaso luego. Decido ir más despacio, quién sabe no consigo charlar con ella.
En un punto encuentro una capilla, Nuestra Señora de las Nieves. Hay un montón de niebla y el paisaje es muy sugestivo.





En la parte superior, camino antes de Cee
Abajo, Nossa Senhora das Neves y, finalmente, el mar!

Finalmente empezé a hablar con ella sobre un bonito crucero que estaba al lado de la iglesia.
Empezamos a caminar juntos. Su nombre es Lizzy y no es de hablar mucho. Descubro que ella es una asistente social, cerca de Stuttgart. Trabaja con enfermos mentales.
Hablo de mi trabajo también. Tengo impresión de que ella tiene miedo de perderse con las flechas del camino y trato de calmarla, porque a veces es así, hay que tener mucho cuidado para no perderlas.
Inicia una lluvia muy fina y la niebla sigue fuerte y ofrece un clima muy interesante, porque no se veía nada del paisaje.
Seguimos caminando juntos, cuando de repente un perro grande aparece de la nada. El perro es muy simpático y luego después llega su propietario. Tuve curiosidad de saber porque en un lugar tan desolado y neblinoso un hombre sale de casa para caminar con su perro.
Inmediatamente me acordé de mi amigo Bernie, el perro peregrino de Toño, dueño de un bar en Castrojeriz (camino francés), y que me proporcionó la rara oportunidad de caminar junto a su pastor alemán por más de 18 kilómetros en los caminos que hice en 2000 y 2002. Lamentablemente, sube de su muerte hace unos años.
Le conté esta historia y otras leyendas interesantes del camino. Me gusta compartir todo lo que he estudiado y aprendido en el camino, especialmente con personas de lengua completamente diferente, porque muchas veces estas personas acaban por no conocer cosas de esta ruta tan especial.
Cuando hablábamos acerca de las razones para hacer el camino, después de una curva, ella proclamó una frase de admiración. Miro para delante y veo una pequeña bahía, era un espectáculo, habíamos llegado al mar. La sensación es indescriptible. Los dos se quedan embobados. Pienso que durante el día todo estaba escondido por la niebla, no se podía ver nada y de repente…
Casi como cuando alguien está poniendo una venda en tus ojos, y después la quita para mostrar una sorpresa.
Ella saca un cigarrillo y se queda para fumar sentada en una piedra, disfrutando de la vista. Me quedo sin saber qué hacer y decido respetar su privacidad y me siento un poco más adelante para también contemplar el paisaje.
Viene un poco de inspiración para escribir algo en aquel momento, saqué mi diario:

'12: 10,
Y de repente todo quedó claro.
La niebla había desaparecido y la vista del mar llegó como un regalo maravilloso.
Yo no estaba solo.
Doy gracias a Dios y al camino por el regalo. "

La ciudad en la bahía era Cee. Seguimos hasta la ciudad y entramos en un bar para tomar un café.
Ella fuma otro cigarrillo, actualiza su diario y me dijo que estaba muy feliz.
Me preguntó lo que haría y le digo que seguiría hasta Finisterre, ella me dijo que continuaría hasta allí también.
Caminamos por la ciudad hasta llegar a un mercado al aire libre. Con tanta confusión hemos perdido las señales del camino. Le pregunto a una persona y esta me muestra la dirección. Lizzy pregunta donde estaba el albergue de Cee.
Entonces ella me dice que había decidido quedarse en la ciudad. Me siento un poco frustrado porque no quiero separarme y seguir solo, pero yo sabía que se me quedaba allí tendría que dejar Finisterre por la mitad. Entonces nos separamos y ella tomó la iniciativa de abrazarme cariñosamente.
Me agradeció por la compañía y le dije que había sido un regalo para mí estar junto a ella en un tramo tan bonito del camino, sobre todo cuando vimos el mar después de la niebla.
Nos abrazamos nuevamente y esta vez cada uno siguió su camino.
Siento un aprieto en el corazón y me quedo aún más frustrado con el camino primitivo. En unos pocos días en el camino francés ya había conocido a más gente y personas "cambiadas" por él. No puedo explicar lo que es esto cambio, pero es una cosa que siento, una sensación que tengo cuando miro a los ojos de los peregrinos.
Sé que ahora serán sólo recuerdos.
Sigo y encuentro una señora austriaca que estaba haciendo el camino, alternando a pie y autobús. Charlo un poco y después me marcho.
Cee es muy bonita, después de la orla marítima tengo que desviar a la derecha y subir un repecho, empieza a llover.
Llego al otro lado de la montaña, recogiendo el mar, en teoría me quedaban todavía unos 12 km.
Paso por pueblos pequeños en la playa. La señalización no es perfecta. La lluvia aprieta.
Estoy cansado y paro un poco, todavía hay 9 km. Disfruto para comer la última cosa que tenía: una naranja.
Espero pasar un poco la lluvia y sigo por carretera. Cuando el camino mejora pues es un sendero, empieza a llover fuertemente. Y había pasado sólo 1 km ... Y así llegué a Finisterre entres hermosas playas y muy mojado.
Los últimos kilómetros fueron realmente duros, porque la lluvia era muy fuerte, las botas estaban completamente empapadas y, por supuesto, después de casi 35 kilómetros tengo que decir que estaba bastante cansado.





En la parte superior, completamente empapado al llegar a Finisterre
Abajo, Finisterre

Finalmente llego, eran por sobre las 5 pm. En el albergue, un señor estaba intentando obtener la Finisterrana (el certificado de haber recorrido el camino de Finisterre), pero como le faltaban los sellos e la hospitalera no cedió. Incluso me preguntó si había visto a ese señor en el camino y yo le dije la verdad, o sea, que no.
Pero al final los demás peregrinos que estaban detrás de mí, han dicho que lo habían visto y así el consiguió el certificado.
Yo cogí la mía, pues era el siguiente en la cola. La misión estaba casi completa, sólo falta llegar al faro y al famoso cabo del Fin del Mundo.
El albergue tenía sitio, pero decido ir a una pensión, estaba completamente mojado y había visto la habitación donde estaban las literas, completamente sin espacio. Sería difícil de secar y arreglar mis cosas para el día siguiente. Además necesitaba un poco de tranquilidad para descansar.
Entro en lo hostal Mariquito, pago 25 euros por una habitación individual. Una chica completamente bizca me hace la inscripción y me da la llave.
Finalmente me voy al faro, sigo por partes de la ciudad que me recuerdan 10 años atrás.
Son casi 3 Km. de caminata. Paso por una iglesia medieval (siglo XII), muy hermosa. Sin embargo, hasta el faro tenía un montón de estrada para hacer.
Un viento muy fuerte y la lluvia me impedían de caminar tranquilamente.





Fotografío el paisaje y, finalmente, llego al faro, siento una buena sensación a pesar de la tormenta. Me abrigo debajo de una especie de galpón, esperando que la lluvia pase.
Ciertamente será imposible quemar cualquier cosa (el ritual dice que en el faro se debe quemar una prenda de ropa o algo desgastado en el camino como un símbolo de dejar las impurezas para detrás).
Llego hasta el extremo, donde el promontorio tiene vistas fabulosas y una estructura de hierro donde los peregrinos dejan sus cosas usadas.







El viento es muy fuerte y pido a dos desconocidos para sacarme una foto.
Voy al bar del faro para tomar un café y un chupito para me calentar un poco.
Yo no tengo ganas de ir. Estoy allí hasta las 10 de la noche, límite de la luz del día. El tiempo mejora y puedo hacer mejores fotos.





En el alto, Cabo Finisterre
Abajo, llegada al punto donde los peregrinos dejan la ropa vieja

¡Vuelvo pronto, porque el camino es largo.
Ceno y reflexiono un poco acerca de todo lo que había sucedido.
Me voy a dormir, porque al día siguiente viajaría a Madrid para encontrarme con viejos amigos del camino de 1999: Ramón y Paz, y quién sabe, José.
Así se acababa mi cuarto camino de Santiago.

Otras fotos da Etapa Olveiroa Finisterre

Etapa 15: Negreira - Olveiroa 33 km

06/06








Despierto en torno a las 6. Llueve mucho y decido quedarme un poco más en la cama. El joven Checo todavía duerme.
Dejo la habitación a las 7:30. El tipo me dice que aun no sabe lo que hará. Me dijo que tal vez se marcharía de autobús para Finisterre.
Tomo el desayuno y inicio a caminar a las 8. No es demasiado temprano, pero al menos no estaba lloviendo y me economiza un buen tiempo.



De repente cae una fuerte lluvia y por suerte me puedo abrigar en una fuente. Encuentro Alberto e Inés y una pareja australiana.
Espero que el agua deje de caer y después prosigo. Todo iba bien hasta que otra tormenta comienza a caer pesadamente.
La cosa se complica un poco, porque mis botas acaban completamente empapadas. Me parece extraño que con mi ritmo de marcha no encuentro ninguna persona que había visto en el albergue.
Ese personal tendría que haber salido a las 6 y no detenerse una sola vez. Y con la lluvia. Me parece muy extraño.
Encuentro de nuevo a los españoles y nos detuvimos en Santa Mariña y comemos juntos. Estábamos cansados y con dolor en el cuerpo, por supuesto después de caminar bajo aquella lluvia pesada merecíamos por lo menos un buen descanso. Nos quedamos cerca de una hora por allí.



La mujer del bar dice que muchos peregrinos habían ya pasado y que probablemente el albergue estaría lleno. Todavía quedaban 13 km. Decidimos llamar a una casa rural, porque sería demasiado arriesgado no tener un lugar decente para dormir después de tomar tanta agua. Tenía un lugar para mí en una habitación para 4 personas, el precio era razonable (15 euros) y acepté sin pensar mucho.
Reiniciamos la caminata y la lluvia continuaba, y esta vez no duró mucho, pero de todos modos nos bañó mucho. La cosa empieza a complicarse, porque todos estamos cansados.
Nos detuvimos por última vez, a 6 km del lugar de destino. Continuamos hasta Olveiroa, eran las 18:15...



La pensión no tiene mal aspecto, entro en el restaurante y todos ya están comiendo. Veo personas que estaban en el albergue de Negreira. Me pregunto a qué horas estas personas salieran y por qué no encontré a nadie en el camino. Me estoy relajando un poco ahora, me quedan sólo 34,5 kilómetros.
Voy a picar algo con Alberto. Hablamos mucho. Comí hasta oreja de cerdo! Me gusta España porque tiene unas comidas muy diferentes.
Estaba muy contento por haber caminado en compañía, e insistió en pagar la cuenta.
Volvemos al hostal y Inés bajó para despedirse de mí porque aún no sabían se seguirían a Finisterre.
Estoy muy contento de haber conocido a los dos, fue una compañía muy buena en una etapa muy dura.





Otras fotos Etapa Negreira Olveiroa

Etapa 14: Santiago de Compostela - Negreira 22 km

05/06








Me despierto con retraso, creo que la primera vez que había dormido muy bien, sin ningún sonido.
Me levanto a las 9:15. Me tomo un café en el bar de la pensión. Son 10 de la mañana y llueve.
Voy a la plaza del Obradoiro con la esperanza de encontrar algún peregrino conocido. Pero encuentro a nadie.
Empiezo a caminar, las indicaciones no son muy buenas. En un lugar que estaba en duda encuentro una pareja española muy simpática (Alberto e Inés). Hablamos mucho y empezamos a caminar juntos.
Caminan lentamente, pero no me importa. La etapa seria de apenas 22 km. El sendero es agradable, en medio de eucaliptos y verdes colinas que se veían a distancia. Afortunadamente la lluvia se había parado.



Comienza una fuerte subida e Inés se queda un poco más atrás. Por fin llegamos a la cima, donde había una pequeña fuente. Comimos un bocadillo (el mío era muy bueno, de tortilla española) que compramos en un bar antes de empezar a subir.
Almuerzo con calma y de repente vi que la lluvia se avecinaba y reiniciamos a caminar, ahora en bajada.
Llegamos a un pueblo llamado Ponte Maceira. Un pequeño puente medieval sobre el río hacía el paisaje muy agradable, incluso con el sonido de una pequeña cascada.
El lugar es muy hermoso.



Seguimos para llegar a Negreira. El albergue se encuentra fuera de la ciudad y es probable que esté lleno, pues salimos tarde y esto era pequeño, con sólo 20 camas.
Avistamos unos peregrinos que venían de la dirección del albergue y les preguntamos cuál era la situación. Nos dijeron que estaba lleno desde las 13:00 ... Y eran las 17:00.
Regresamos al centro y nos detuvimos en la primera pensión que hemos visto. Tenía dos habitaciones, una a tres personas y otra para dos.
Había un tipo que estaba decidiendo se quedaba con la habitación para dos, que costaba 20 euros. Era muy joven y me di cuenta que a él parecía caro el precio. Sabía hablar inglés, pero ciertamente no lo era.
El albergue siguiente estaba a 12 km y decían que era muy espartano. Vi que no iba a aceptar el precio de la pensión y luego pregunté cuánto costaba la habitación para dos personas, la señora me dice que sería de 30 euros. Pregunté al joven si estaba bien como precio, porque no me importaba compartir la habitación con él. Aceptó, no tenía otra alternativa, ya era demasiado tarde para andar más de 12 kilómetros sin saber si encontraría una plaza para dormir.




En la parte superior, Pazo de Coton
Abajo, curioso monumento en Negreira

El chaval es checo y confirmó mi impresión de que no tenía mucho dinero.
La habitación era muy espaciosa, aunque muy vieja y el cuarto de baño estaba fuera. Tenía un balcón con una bonita vista.
Fuimos a ver la ciudad, una parte que parecía ser un antiguo almacén llamada Pazo de Coton era muy interesante.
Partimos en dirección al albergue porque yo tenía que ver cómo solucionaría la situación de la credencial, que en teoría tendría que ser diferente, porque el camino de Santiago se había terminado.
Al llegar allí, vi que estaba completo y algunos italianos me han dicho que no necesitaría de una credencial diferente. La hospitalera no estaba, pero uno de los peregrinos me dijo donde vivía. Es una casa grande, pero no veo ninguna persona, trato de llamar a alguien, pero no responden.
Seguimos para visitar una pequeña iglesia con el cementerio al lado (característica común en esa región).
El muchacho checo comienza a regresar a la ciudad y yo intento nuevamente ir en la casa de la hospitalera. Un señor muy simpático me consigue una credencial específica (en papel simple) al camino de Finisterre.



Vuelvo al centro, compro frutas y otras cosas para comer al día siguiente, incluyendo cerezas. Regreso a la pensión. Pregunté al joven si él iba a cenar, y me dijo que iba a comer algo que había comprado, pero dentro de la habitación.
Me voy porque quería comer bien. Encuentro un pequeño restaurante y me como un bacalao a la plancha que estaba fenomenal. Tenía por lo menos unos 300 gramos, me costó poco mas de 8,50 euros ...
Creo que lo hice mal en no haber insistido con el joven checo. Tuve miedo que él no iría sentirse bien si yo pagase la cuenta. Yo ya le había pagado un refresco y noté que se sintió un poco avergonzado.
Regreso, pues tendría que levantarme temprano, a final los peregrinos que se encontraban en el albergue estaban haciendo una "corrida".
No dormí bien, tenía la garganta seca, tal vez por una pequeña gripe.

Otras fotos Etapa Santiago - Negreira

Etapa 13: Arca - Santiago de Compostela 20 km

04/06






La madrugada no comienza muy bien, cuando me acosté tenía dolor de garganta y congestión nasal.
En el albergue habían roncadores de primera clase!
Me puse los auriculares para escuchar música y ver si puedo dormir mejor.
Al instante que consigo dormir me despierto con un montón peregrinos a hacer ruido (incluyendo la chica que estaba en la parte superior de la litera).
Dé una mirada al reloj y para mi sorpresa es sólo 1:45 de la mañana. Me quedo indignado, si no irritadísimo.
Ellos abren las puertas, dejan que la luz entre...
No es posible, comienzo a pensar en lo que estas personas tienen en mente. Es cierto que cada uno tiene sus horarios y exigencias, pero la falta de respeto hacia los otros es que me decepciona y me pregunto en qué se transformado el camino.
Por supuesto, cada uno hace su camino y tenemos nuestra dosis de tolerancia, pero es imposible permanecer indiferente ante este tipo de actitud.
Finalmente se marchan y puedo dormir un poco después de tomar un antigripal.
Pero yo no tuve mucho tiempo para descansar. Como siempre hay los ‘madrugadores’ que se levantan por cinco, cinco y media de la mañana. Permanezco en la cama hasta 6:15 y soy uno de los últimos a salir. La pareja italiana ya se había ido.
Salgo, tomo un café y procuro por ellos, pero no encuentro a nadie. Me siento un escalofrío por la espalda, un miedo, pues llegar a Santiago solo sería muy triste.
Veo las chicas alemanas (las mismas de los espaguetis del albergue de Arca) y me animo un poco, tal vez serían una compañía, pero no me parecen mucho dispuestas a caminar juntos.
Comencé a caminar con una voluntad y una fuerza increíble. Tal vez para alcanzar los italianos, las alemanas, o no ...
Por fin encuentro en las alemanas descansando, comiendo fruta. La morena retribuyó mi sonrisa, pero fue capaz de me quedar. Estoy todo sudado porque prácticamente tenía hecho una corrida.
Sigo...
Me doy cuenta que estaba en una velocidad absurda, tal vez 5,5 km / h. ..
No hace calor y desacelero, lamento por no detenerme a hablar con las alemanas y encontrar una compañía.
Me detengo para tomar un café y cuando me estoy para marchar después de una media hora, ellas llegan ... Dé una sonrisa, como si fuera para decir hola, ellas retribuyen, pero ya me iba, y seguí adelante.
Más tarde, encuentro la pareja italiana, me alegro, porque después de todo, era casi como mi grupo.
Seguimos juntos hasta el Monte del Gozo. Me alegro de que Tommaso decía que le gustaba el camino, y creo que él capturó el espíritu de la cosa.





Monte del Gozo

En la parte superior, Capilla de San Marcos y monumento
Abajo a la derecha, el albergue de peregrinos

Llegamos muy cansados y noté que mi corrida matinal me había dado un regalo: una ampolla, bueno, nadie me ha pedido para hacer el camino con prisa…
Caminamos juntos hasta Santiago de Compostela. Tommaso está muy cansado, su mochila no es de las mejores y estaba muy pesada.
Es 12:30 y me doy cuenta que no vamos a llegar a la misa del peregrino... Y de efecto no llegamos.
Entramos la Plaza del Obradoiro de manos dadas, pero no sé, no tenía el mismo sentimiento fuerte que en los otros caminos que hice. No sé, o la ruta no había sido realmente fuerte o yo no estaba muy en sintonía con él camino.
En la plaza tomo la iniciativa de los saludos y abrazos por la llegada. Pero no siento ninguna emoción extra.
Les explico que tiene una tradición de sacar fotos sin las botas en la parte central de la plaza. Si se trata de una tradición no sé exactamente, pero he hecho una regla, ya que mi estimado amigo José me había enseñado en el camino de 1999. De cualquier manera, llegar sólo en tres me dio la sensación de que el camino había sido un poco solitario.




En la parte superior izquierda, yo, Tommaso y Fabiana
Abajo parte central de la plaza del Obradoiro y pórtico de la Gloria (catedral)

La prueba era que no encontramos ningún otro peregrino de los días anteriores.
Encontramos un tío francés del camino primitivo y ello dijo que tenía habido un camino extraño, no he entendido muy bien, pero no nos detuvimos para saber por qué.
Entro en la catedral, el pórtico de la Gloria está en proceso de restauración y por eso no se podía tocarlo y dar las tres cabezadas tradicionales. Triste ...
Bajo en la cripta, un guía entra hablando en alta voz... Subo de nuevo y me dirijo para el abrazo al Santo (una estatua entera de oro y adornada con piedras preciosas que se encuentra justo detrás del altar). No sé, me siento muy extraño.
Salgo y voy a la secretaría para sellar la credencial y obtener mi tercera Compostelana. Hay una cola digna de INPS brasileño.
La pareja italiana estaba allí. De repente, aparece el francés que había encontrado oliendo unas rosas en el camino ( ver etapa 12 ). Él me reconoce y empieza a hablar.
Tengo la impresión de que es un tipo solitario y yo soy uno de los únicos que habló con él. Me dice que el había iniciado el camino en St Jean Pied de Port (tradicional punto de partida que se encuentra en los Pirineos y es la primera ciudad antes de Roncesvalles) y se llama Nicolás.
Me doy cuenta del efecto del camino, una persona que se quedó fuera del "mundo real", casi como hipnotizado y comprendía dónde estaba.
Sé cómo se siente, pues en mi primero camino llevé meses para regresar a un estado 'normal' porque no podía entender por qué el mundo estaba tan lleno de "complicaciones". Las guerras, la gente que sólo piensa en el dinero y la carrera, la violencia gratuita, egoísmo, falta de comprensión y tolerancia ...
Después hablo con dos mayores españoles que estaban en la cola. Como siempre hablo mucho.
Se maravillan con el nivel de mi español. Demoro más de media hora para obtener la Compostelana.
Salgo y voy a buscar una pensión para pasar la noche. Los sitios indicados por el albergue de Arca estaban todos llenos.
Volví a la Plaza del Obradoiro. Allí encuentro un señor fumando un puro que ofrece una habitación por 25 euros, sin baño. No parecía muy fiable, pero estaba cerca de la catedral y el valor razonable. Acepto, porque estaba cansado y tenía pocas ganas de ir a buscar otras cosas, porque el albergue para los peregrinos en Santiago está muy lejos del centro.







En el alto, el pórtico de la Gloria y la catedral
Abajo a la derecha, la Puerta Santa (esta abierta sólo en los Años Santos)

Entro en la habitación, que no es mala. Trato de mis ampollas, me duele mucho, pues no estaba en una buena posición.
Tengo sueño y todavía no había comido. Son las 4 de la tarde, pero salgo, caso contrario...
Vagueo por las calles de Santiago, ‘cazo’ a los peregrinos, tal como lo hacía mi amigo José. En vano, pues no encuentro mis amigos italianos o tampoco las alemanas, en fin, cualquier persona que había conocido por el camino. Triste soledad.
Comienza una lluvia de verano y entro en la catedral para protegerme y también porque tenía una información privilegiada. Cuando había llegado a la catedral había escuchado a una mujer hablando con uno que estaba guardando el Pórtico de la Gloria. Y ella estaba tratando de ‘sobórnalo’ para ver si la misa de las 6 sería con el famoso Botafumeiro (incensario de 1,60m y 80kg). Y por mi suerte y alegría escucho que sí.
Asisto la misa, había un coro de Córdoba, y al final, el espectáculo del Botafumeiro, donde 8 hombres empiezan a tirar de una cuerda gruesa para el incensario hacer una trayectoria de péndulo por la catedral, llegando a cerca de 21 metros, y propagando humo y incienso por la iglesia.
Salí de la misa y regresé al hostal para coger un forro porque hacía frío.
Vagueo nuevamente sin dirección por la ciudad, con la esperanza de encontrar alguien conocido, pero nada.




Botafumeiro

Me quedo en un bar para picar algo.
Llamo Andrés (grande amigo caminero de 1999, que vive en Vigo). Me quedé muy contento por hablar con él, pero lamentablemente no pudo encontrarlo, porque mis planes eran de seguir adelante hasta Finisterre.
Sigo sintiendo un vacío, como que había faltado algo en el camino.
Entro en un restaurante y como pulpo a la gallega con pimientos de Padrón. El pulpo estaba bueno como siempre.
Terminé y continúo a caminar sin dirección. Me detengo para admirar la catedral, que ahora estaba con la iluminación nocturna. Es siempre fascinante.
Para no decir que no he encontrado a nadie, me detuve a conversar con dos parejas de italianos que había encontrado en el albergue de Arca.
Encuentro más de una vez un grupo de jóvenes que hablan con un guía, que explicaba la historia del Camino de Santiago,
Sin más nada para hacer vuelvo al hostal y cómo en el piso terreo había un bar, tomé un orujo antes de ir a dormir.







Otras fotos Etapa 13: Arca - Santiago